Formación
Corría el año 2002 cuando dos veteranos del rock lanzaroteño deciden iniciar un nuevo proyecto musical. Nico Hernández (Del fuego y Moral Femenina) y Mame Spínola (Los Cerrajeros y Ron Amarillo) acercan posturas de lo que puede ser una banda de rock alternativo en Lanzarote. A la aventura se une la voz de Lato Martínez (Atril) y Julio Santana a la batería, otro clásico de la escena insular (El Nombre es lo de Menos) y el debut de José Luis Luzardo al bajo.
Orígenes
El nombre de El Lenguaje de los Delfines es una idea sacada de un fragmento de un poema de Mario Benedetti; se trataba de eso, de crear un nuevo idioma con las guitarras y letras, con influencias del nuevo pop-rock británico y español dejando algo de impronta propia en cada una de las canciones que se compusieran.
Primer trabajo
Después de meses de ensayos y de devanarse los sesos, en 2003 entran en los estudios Neptar de Arrecife, bajo el control de Ane Fernández. Durante un mes se inmiscuyen en la grabación del primer disco. Trece canciones ven la luz ante un atónito público insular, que escuchaba por primera vez en mucho tiempo una banda que trabajaba para las canciones alejándose de cualquier estereotipo comercial. Ritmos cadentes, con solidez rítmica y un brillo especial en las guitarras daban forma a las letras escritas por Nico Hernández, Mame Spínola, Chiqui Tejada y José María de Páiz, este último otro veterano en estas lides (La Trinchera y El Mayor Apuro).
En el primer disco, El Lenguaje de los Delfines cantan a las sensaciones que produce el amor o el desamor, la nostalgia que produce el espacio y el tiempo, sin olvidar los problemas acuciantes que sacuden estos tiempos que nos ha tocado vivir. Una decena de conciertos, también pusieron en evidencia que la banda posee en el escenario un poderoso directo.
Cambios en la formación
Porque la vida es así, porque los gustos cambian o porque a veces se prefiere caminar en solitario, Nico y Julio abandonan la formación. Había que reestructurar una idea, y sobre todo… la banda. El destino quiso que un joven potente y experto Giovanni Ramos, con sus golpes de baqueta hiciera sonar de nuevo el corazón de Los Delfines. José Luis Luzardo deja el bajo a Ginés Artiles, para él colgarse la guitarra.
El 2004 es un año sin apenas conciertos donde los cambios producidos daban pie a crear un nuevo disco. Un inspirado Mame, con su guitarra y piano, y un José María con la mejor de su prosa, empiezan a gestar cimientos del segundo trabajo que ya ha visto la luz: “Sueño en Frío”. Mientras tanto Ginés decía adiós al grupo para dejarle el bajo al metódico Santiago González (Goma 2 y Unabomber).
El segundo disco
Las canciones iban saliendo. A diferencia del primer disco se hizo mucho más hincapié en la producción de los temas. Una vez más, se trabajó sobre la canción, cualquier mínimo detalle era importante. El protagonismo de las guitarras en este nuevo disco es compartido por el resto de elementos que hacen que una canción sea mágica.
En otoño de 2005 se entra a grabar a los estudios Cascajo Records en San Bartolomé, bajo la supervisión total y absoluta de Mame Spínola, que hará las veces de productor, grabador y mezclador, eso sí, siempre bajo la atenta mirada del resto de delfines. Tras medio año encerrados en la pecera “Sueño en Frío” ya es definido por la crítica el mejor producto de estas características hecho en Lanzarote.
“Sueño en frío” es un disco que se puede escuchar varias veces sin llegar a cansarte, te puede emocionar e incluso se puede bailar; de eso se trataba.
Colaboraron músicos de la talla de Alejandro González, Carlos Ortega, Deseada Domínguez, Iya Zhmaeva, Javier Cascajo etc…, que han impregnado de magia un nuevo álbum que no abandona las raíces del anterior pero que se funde con otros estilos, logrando fusiones de lo más interesantes. El pop, el rock, el punk e incluso pinceladas de techno y de metal tienen cabida en un disco que se espera sea del disfrute de todos.
La banda ya ensaya, preparando conciertos, y esperando que las canciones lleguen a todos sus corazones como ya lo han hecho en él los nuestros.